martes, 23 de diciembre de 2014

*** LOS HIJOS SE VAN *****

Esta conmovedora reflexión me la mandaron en Facebook trata de cuando los hijos se van de casa. De cuando vuelan del nido dejandolo vacío. Asumir esa partida aunque es parte de la vida, seguro no es nada fácil sobre todo para nosotras las madres. Sin embargo es una etapa que llegará y que habrá que aceptar. Esta reflexión esta muy bonita y la quiero compartir con ustedes....

**** LOS HIJOS SE VAN *****

Hay que aceptarlos con esa condición,

hay que criarlos con esa idea,

hay que asumir esa realidad.

No es que se van... es que la vida se los lleva. Ya no eres su centro. Ya no eres propietario, eres consejero. No diriges, aceptas. No mandas, acompañas. No proyectas, respetas. Ya necesitan otro amor, otro nido y otras perspectivas. Ya les crecieron las alas y quieren volar. Ya les crecieron las raíces y maduraron por dentro. Ya les pasaron las borrascas de la adolescencia y tomaron el

timón. Ya miraron de frente la vida y sintieron el llamado, para

vivirla por su cuenta. Ya saben que son capaces de las mayores aventuras, y de la más

completa realización. Ya buscaran un amor, que los respete, que quiera compartir,

sin temores ni angustias las altas y las bajas en el camino, que les

endulce el recorrido y los ayude en el fin que quieren conseguir. Y si esa primera experiencia fue equivocada, tendrán la

sabiduría y las fuerzas, para soltarla, así, otro amor les llegará para

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compartir sus vidas en armonía. Ya no les caben las raíces en tu maceta, ni les basta tu abono

para nutrirse, ni tu agua para saciarse, ni tu protección para vivir! Quieren crecer en otra dimensión, desarrollar su personalidad,

enfrentar el viento de la vida, al asombro del amor y al rendimiento de

sus facultades. Tienen un camino y quieren explorarlo. Lo importante es que

sepan desandarlo. Tienen alas y quieren abrirlas. Lo importante es que sean

limpias, de un vuelo alto y de conciencia recta. Tienen juventud y quieren vivirla. Lo importante es el

corazón sensible, la libertad asumida y la pasión a flor de piel. Que la rienda sea con responsabilidad, y la formación, llena

de luz. Tú quedas adentro: En el cimiento de su edificio. En la raíz de su árbol. En la corteza de su estructura El lo profundo de su corazón. Tú quedas atrás: En la estela luminosa que deja el barco al partir. En el beso que les mandas. En el pañuelo que los despide. En la oración que los sigue. ¡En la lágrima que los acompaña! Tú quedas siempre en su interior, aunque cambies de lugar.

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